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ECZEMA LYRICS

Nuestro Caotico Bullicio (Our Chaotic Noise)

"Nuestro Caotico Bullicio (Our Chaotic Noise)" (2004)

1. Nuestro Caotico Bullicio
2. Autoretrato De Mente
3. Híbrida Vida Mortal
4. Aeterna
5. Gritó
6. Ausencia







1. Nuestro Caotico Bullicio

Ocurrió el 30 de Enero de 1971. Aquel día nació el personaje que desnuda esta historia.

Iba a ser un día corriente salvo por la lluvia gris que azotaba las ventanas, cuando al portón llamó alguien. Al tercer golpe éste se abrió, y, ayudado por una ráfaga de viento en crudo, se estrelló contra la pared, derribando el cuadro que tantos años le había costado. Entró lentamente al interior, y empapado en su oscuro ropaje, inmóvil, observó la penumbra que daba forma a ese enorme pasillo que bien recordaba, pero no vio a nadie.

Recogiendo los restos de vidrio sobre el suelo, no se dio cuenta de que esa misma ráfaga se despedía, cerrando muy bruscamente aquel grueso y viejo portón. Y ahí fue cuando salimos todos nosotros, los niños del hogar, al olor de la sangre fresca, que intencionada o involuntariamente, había hecho emanar de la palma de su mano.

Él nos recibió con su más amplia sonrisa, y comenzó el más divertido de los juegos que nos estaba permitido. Empapó de un lamido su lengua en sangre, y la expuso, cerrando los ojos, sin apartar su sonrisa de la cara. Todos estábamos impacientes, a la espera de su señal. "Hoy está tardando más de lo habitual", recuerdo que pensé, y, como siempre, en ese mismo instante, abrió los ojos.

Todos comenzamos a intentar trepar por él, es un hombre muy alto, luchando unos contra otros, para llegar a la golosina, mientras ésta goteaba gotas de lluvia ensangrentada, que los más rezagados lamían del suelo, si es que éstas conseguían llegar. Tan entretenidos estábamos que casi no supimos darnos cuenta de que bajo nuestro caótico bullicio, el desesperado llanto de un bebé recién nacido, que él traía en la otra mano, se abría paso, luchando por ser oído.

Quería jugar con nosotros, pues ya había lamido toda la sangre que de su parto le había dejado la lluvia gris que había azotado su cuerpo desnudo.

Ya tenemos un ganador para hoy, que ansioso lame su trofeo.




2. Autoretrato De Mente

La desesperanza fue seguramente quien me condujo a este estado, aunque de nada sirva ya lamentarse. Allí, desnudo y temeroso frente al oscuro y luengo pasillo, observaba la nada alentadora luz que asomaba al final. Sin dudar de mi miedo, di un paso hacia ella, y penetré.

La suciedad se unía a la sangre, creando la masa viscosa que cubría lo que parecía un pasillo de un abandonado hotel. En ambas paredes colgaban cuadros torcidos de mi torcida infancia. Fui caminando, dejando atrás algunas puertas que preferí no abrir, y a medida que avanzaba, los cuadros plasmaban paulatinamente mi vida.
Noté que los cuadros que peor me hacían sentir eran a su vez los más limpios, como si alguien se hubiera entretenido en conservarlos a través de los años. En cambio, los reflejos mi bondad, estaban llenos del mugriento polvo que trae el olvido. Alguno incluso yacía caído y destrozado en aquel asqueroso suelo.

"ALMA". Me sobresalté, dudé, y giré el incandescente pomo de la puerta que tenía tal inscripción, quemándome lo que quedaba de mi mano. El esperpéntico espectáculo ardiente que presencie golpeó como un puño en mis ojos provocando el suicidio de mis lágrimas. Los seres más queridos de mi vida ardían esposados a las paredes de aquella habitación.
Sus gritos ensordecedores mutilaban mi juicio, incapaz de creer lo que estaba viendo. Di media vuelta, cerré, y corrí esperando encontrar una salida. Los cuadros eran cada vez más violentos y la luz que los iluminaba cada vez más escasa.

A mis pies, el suelo comenzaba a moverse mientras corría, convirtiéndose en una cantidad ingente de ratas que desgarraban mis pies con furia. Éstas, crecían en tamaño a medida que avanzaba hasta que, llegado un punto, huyeron despavoridas en sentido contrario al mío. Había una extraña calma amenazante. Unos sigilosos pasos llegaban de frente, donde de repente aparecieron dos grandes ojos rojos que no cesaban de mirarme.

Vislumbre con dificultad lo que parecía una rata malherida de proporciones increíbles. Suspiré y aquel monstruoso animal corrió hacia mí abriendo sus fauces e ingiriéndome.

Aquí, solo, con una escasa luz, en una fría mesa, y dentro del estómago de aquella bestia, escribo esto. Me pregunto qué parte de mí, de mi cerebro, se ocultaba tras este animal. A veces oigo voces preguntándome si les oigo, interrogándome sobre los motivos de mi decisión, llorando...

...pero no tengo gana de contestar, y aunque de nada sirva ya arrepentirse...




3. Híbrida Vida Mortal

No soy consciente del momento en que Ella penetró en mí hasta el punto de absorber toda mi vida, mi ser. Busco en mis entrañas el detonante de mi obsesión, mi dependencia arrepentida, y tan solo encuentro inseguridad al cubrir mi cuerpo con mantas. Lo único cierto es que necesito verla, sentirla cerca, creer que puedo rozar sus frías manos una vez más. Quizá hoy tenga suerte, quizá hoy pueda verla unos intensos aunque breves instantes.

En un pequeño mar de sangre un menguado animal ahoga despacio su aliento. Me acerco al que llorando me observa consciente de su inminente final, y entonces, mientras ensimismado miraba a los ojos de aquella temporal vida por concluir, ella surgió, y se desvaneció ante mí dejándome mudo, nervioso, afligido, atormentado... intoxicado por las ganas de volver a verla.

Alguien mira a través de la ausencia mientras alguien llora su sola presencia, y esta noche mis alegres lágrimas están llenas de nada. Pero no sé si mi alegría es signo de tristeza enferma, señal de mi locura, cetro de mi amor por ella, o presagio irreversible de penas. Lo único que sé, es que mis pensamientos impiden esta noche mi sueño, como cada vez que aparece, como cada vez que se desvanece, como cada vez que la casualidad o el destino juega con mis sentimientos.

Y vuelve a transcurrir un impreciso trozo de tiempo. Y la incertidumbre, con su innegable encanto, se convierte en la insoportable rutina que maltrata mi paciencia. Sigo creyendo que soy el dueño de mis actos, pero ya no me considero responsable de ellos. Su droga me inunda, mi pasión me ahoga. No puedo negar la existencia de pensamientos violentos para verla a mi antojo, pero mi ingrata moral apuñala mis impulsos.

Busco cada vez más perdido, ya sin escrúpulos, en edificios de concentración de tristezas, y aun rodeado de extrema fragilidad y decadencia de vidas, mi alma se retuerce insatisfecha.

Felizmente trastornado, noto fluir con cierto resquemor mi vida, como si se resistiera a marchar. Sentado frente a mí, mi reflejo no parpadea observando la sutil llegada de mi amada. Ni tan siquiera las rojas lágrimas de mis cosidos párpados nos impedirán verla. Su cálida luz negra se engrandece despacio en mis ojos...

...nervioso, comienzo a llorar. Tengo una cita con Ella.




4. Aeterna

Mientras el odio no se controle, mientras el deseo no se razone, este mundo, esta vida, está abocada al fracaso, a seguir existiendo el sufrimiento, a seguir transcurriendo el tiempo, a vivir muriendo...

... pero ahora poseo el secreto de la vida eterna que es capaz de parar el tiempo e incluso hacerlo desaparecer. El tiempo no existe, ahora lo sé, ahora lo siento. Es tan solo un triste intento del ser humano por controlar lo incontrolable, por hacer eternos los instantes. Tengo atrapado el tiempo en mi mente, y lo he parado, y he acabado con los recuerdos, y he acabado con los proyectos. Ya no existe el mañana ni el ayer, ni tan siquiera existen estas palabras ni estos pensamientos de no ser porque quedan plasmados en un papel. He desarmado al tiempo, al olvido, al recuerdo, al anhelo, para vivir en el pasaje de mi vida que mejor haga fluir mis sentimientos. Y lo sentiré con tanta intensidad que no importará hace cuanto que dejó de existir tal momento en la realidad. Quizás este aislamiento sea en esencia la vida, y el resto, los hechos, sean el gran supermercado de sentimientos de los que ésta se nutre para más tarde elegir nuestra felicidad, nuestra soledad.

Aeterna... una imaginaria desmitificación del momento.




5. Gritó

Gritó... gritó hasta que su voz rompió en mil pedazos, apagándose de labios afuera.

Sólo un pensamiento, y se cumplió. Ni siquiera estuvo a su lado en el último susurro interrogante, en el apagar repentino de la persona que, sin apenas conciencia de ello, más quería en este mundo de emociones pasajeras.

Y ahí quedó, hundido en la soledad culpable que, sin querer, había elegido, inmóvil, sobre su infierno, hasta que una llamada confirmó lo que hace tiempo ya sabía.

"Yo maté a mi madre. Fue elección mía. El vacío que quedó sostenía lo que, pensando atrás, daba el sentido que, sin buscar, encontraba en mi vida. Ese vacío apagó el corazón de quien ahora no descansa, solo sufre, para siempre, bajo la piedra cuya cruz culmina estas palabras"

Antes de gritar, hundido por causa ajena, pidió a Nadie el favor de apagar su pena, que, a costa de soportar otra más grave, Nadie cumplió.

"Piensa en lo más grave, lo que cortaría de inmediato ese mar de lágrimas, y secaré tu alma de este mal"

Un pensamiento oscuro atravesó el viscoso pasillo que era su antro interior. Malparido pensamiento de una mente pobre: la fábrica de lágrimas y sudor que cubrían las paredes sobre las que restregaba el contorno lánguido de su rostro.

Nadie cerró sus ojos.
Entonces gritó. Gritó a lo más profundo de su corazón, casi oculto, hasta que su voz rompió en mil pedazos, apagándose de su muerte hacia atrás.




6. Ausencia

Compadeciéndome de mí, de mi soledad interior. No hay peor soledad.

Un ataque de extraña ansiedad recorre mi cuerpo, mientras éste recorre mi habitación en busca de lo que no debo ni pensar, mi pesar, sin apartar mi mente de ello.

Tiempo inutilizado con preguntas inútiles. Sudor de abstinencia que recorre las paredes de mi corazón, preguntando al mañana que hoy responde lloroso.

Golpeo mi puño contra el suelo sin llegar al límite del dolor que ya siento. Golpeo, una y otra vez, hasta que caigo rendido sobre las lágrimas salpicadas por la rabia de mi puño enrojecido sin quejarse.

Vivo del recuerdo de lo que viví, y muero con el pensamiento de lo que ahora hay, de mi maldita imaginación. Añoro profundamente el día en que te conviertas en el bonito recuerdo del que me hablaste.

Llevo gravado en el alma tu nombre a fuego intenso, y duele. Duele mucho. Espero que esta desdicha nunca llame a tu puerta.

Yo soy el nómada de mi desierto, mirando los débiles pasos que dejo al caminar. Veo ahora el rastro de pisadas paralelas, profundas, que se pierden a lo lejos e intento seguir, hasta que se cruzan con otras, nuevo recuerdo, que intento de nuevo seguir. Sigo unas y otras hasta que me encuentro en un mar de pisadas que marean mi ser.

Y despierto a odio, una de las traducciones de mi desdicha, que me hace golpear el suelo, inocente como el destino de mi sentir.

Situación difícil de digerir para un débil estómago como el mío, atragantándome con cada intento.

Desarmado en una guerra sin batalla que comenzó proclamando al ganador. Luchando contra la nada que ha quedado bajo mi piel. Ahogando mis lamentos para evitar al resto lo que ya saben.

Me encuentro muy lejos de poseer el control necesario, y me dejo llevar por mi desesperación. Me encuentro muy lejos de poder expresar con palabras lo que realmente siento, y me dejo llevar.

El tiempo lo cura todo. Eso dicen.
También lo enferma.

 


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